Yo soy mujer y hago más que vosotros tres juntos
Esa fue la frase que más me marcó ayer de lo que vi en televisión sobre el Día Internacional de la Mujer.
Sí, ayer se celebraba el Día Internacional de la Mujer, una jornada de reivindicación donde las mujeres estaban llamadas a realizar paros y manifestarse para que todos fuéramos conscientes de la importancia que tienen… que lo somos.
Yo me levanté antes que los demás en casa para poder ducharme, vestirme, desayunar y leer el periódico en el tiempo récord de 30 minutos. Desperté a los niños, les di el desayuno, los vestí con la ropa que había dejado preparada la noche anterior y me los llevé al colegio. Bueno, esa es la situación idílica porque intentar salir de casa a tiempo para que no nos pille el atasco de todos los días es misión imposible, con gritos o sin gritos, con cabreos o sin cabreos.
Estuve trabajando, como todos los días, y salí corriendo al colegio de nuevo por la tarde para recogerles y darles la merienda, como siempre a medio camino entre el patio y el coche de regreso a casa. Hablé con algunas madres y padres sobre los típicos temas de niños y el proyecto que tiene que preparar Álvaro para la semana que viene sobre su ciudad.
También hubo tiempo para comentar algún detalle sobre el cumpleaños trimestral de la clase de Álvaro que me toca organizar como delegado, y también sobre la comida de padres y madres que también me toca organizar como delegado de la clase de Miguel. Es el primer año y es una forma divertida de conocernos todos, ya que prácticamente sólo coincidimos un momento en el patio y muchas veces hay más abuelos que padres.
Una vez en casa, a preparar la bañera, y todos al agua. Como siempre, se convirtió en hundir la flota, pero es lo que tiene meter a tres niños pequeños a la vez en una bañera llena de agua y jabón. Al final todo el baño lleno de agua, esponjas volando de un lado a otro. Un par de gritos de desesperación, salir, secar el pelo, poner el pijama, y un rato a jugar antes de la cena.
Y después de cenar, en riguroso orden aleatorio, todos a la cama, con su vaso de leche o biberón, y su cuento. Miguel para variar pidió por octogésima vez “Los Tres Cerditos” y cuando el lobo ni siquiera había llegado a la casa de ladrillos, ya estaba roncando. Álvaro, del amplio repertorio de cuentos formados por los tres de siempre, pidió “Caperucita Roja”, y Marina se durmió contra todo pronóstico con la versión improvisada a capella de la canción “Estrellita dónde estás”.
Estaba tan agotado que me fui directo a la cama y puse un poco la tele y pude ver a una todóloga, (esas personas que llevan a la tele y son expertas en hablar de todo), contando obviedades que eran aplaudidas por el presentador, y en un momento dado, no recuerdo muy bien por qué, les dijo a los otros tres señores que habían estudiado en la misma facultad de todología, que ella hacía más en casa “que vosotros tres juntos”. Para mí ya fue suficiente.
Después de aquello me puse a ver una serie de ciencia-ficción de esas que casi nunca puedo ver cuando mi mujer está conmigo, aprovechando que se había ido con unas amigas a la manifestación por el Día Internacional de la Mujer.
El día estuvo salpicado de estadísticas sobre cuánto hacen las mujeres en casa y sobre todo, lo poco que hacen los padres, lo poco que se preocupan de la educación de sus hijos, el poco tiempo que pasan con ellos…, y seguramente hacemos poco, pero mi día de ayer no fue ninguna concesión porque mi mujer hiciera huelga en casa, el día de ayer fue como cualquier otro día, excepto cuando tengo que llevarlos a inglés los martes, los lunes y viernes a deporte, o los sábados a natación.
Así que a esa señora de la tele y a todas las que habitualmente demonizan a los hombres por ser casi la escoria de la sociedad, porque somos unos seres que llegamos por la tarde a casa y nos sentamos con una cerveza en la mano a ver el partido de la Champions, les diría que, si ustedes viven con un inútil en casa, es su problema, no el de los demás. No exterioricen sus complejos intentando hacer ver que todos somos así.
¿Que habrá muchos? Seguro, pero no todos son así.
Esta mañana mi mujer me ha dado las gracias porque no le puse pegas para ir a la manifestación dejándome sólo con los tres niños en el momento crítico de ir a dormir. Le he dicho que no me tenía que dar las gracias por eso. Me parece que era un día importante para que se reivindicaran, y me pareció genial que luego se quedaran a tomar algo por ahí con sus amigas para celebrarlo. La única pena es que algunas sólo saben reivindicar pisando a los demás. Así que rubia, tranquila, a cambio ya me iré de juerga con mis amigos algún día 😊.
PD: A mi mujer se le da mucho mejor que a mí cocinar y hacer otras cosas en casa, así que así nos apañamos entre los dos.